Zhoukoudian es una pequeña villa a 50 kilómetros de Beijing, y es aquí en donde se encontraron los primeros restos del Hombre de Pekín en los años 1921, 1923 y 1927.
El Estadio Olímpico de Beijing será, a juicio de los arquitectos «un brillante desafío estético y estructural» cuya audacia artística y técnica tuvo necesariamente que impresionar a un jurado del que formaban parte impresionantes profesionales como Koolhaas, Nouvel o Perrault, otorgando así a los arquitectos suizos el encargo mayor y quizás más decisivo de sus carrera.
El primer hallazgo fue de tres dientes muy antiguos que despertó la curiosidad e interés de los antropólogos por provenir de una especie humana no conocida aún, y por ser la evidencia de la primera vivienda humana en la era del Paleolítico.
En Diciembre del 1929, un craneo completo fue encontrado en la caverna para reforzar el descubrimiento anterior de los dientes. Este nuevo hallazgo comprobaba la existencia humana en la tierra desde hace 700,000 a 200,000 años. Su descubrimiento fue considerado el primer eslabón perdido que justificaba la teoría de la evolución. En hallazgos posteriores se hallaron otros restos de esqueletos que revelaron la semejanza corporal del Hombre de Pekín y la especie humana actual.
El Descubrimiento del Hombre de Pekín
En el descubrimiento del Hombre de Pekín intervinieron dos factores: la fábula y el azar. Los habitantes de la zona vendían a los extranjeros toda suerte de dientes, pretendiendo que eran dientes de dragón – esta es la fábula – y el azar se presentó cuando uno de estos dientes fue a dar a manos de un científico sueco, quien, al estudiarlo, lo reconoció como perteneciente a un mamífero extinguido. La pesquisa llevó a estos investigadores a Pekín hasta lo que hoy en día se conoce como la Colina del Hueso del Dragón, un lugar lleno de huesos fosilizados